domingo, 10 de mayo de 2009
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Abelardo
PROYECTO TEOLOGIA EN ABELARDO DIAZ ALFARO
Dr. Luis G. Collazo
Investigador
Mayo 2001
Teología en Abelardo Díaz Alfaro
El Camino de la Paz
Uno de los temas clásicos en la obra de Abelardo Díaz Alfaro es la firme defensa de lo que hoy llamamos una cultura de paz. En esta perspectiva su obra responde acertadamente a la teología bíblica sobre la paz que la encontramos en diferentes textos bíblicos. El profeta Miqueas afirma esta opción por la paz cuando declara:
El Señor juzgará entre las naciones y decidirá los pleitos de pueblos numerosos, aun de los más lejanos. Ellos convertirán sus espadas en arados y sus lanzas en hoces. Ningún pueblo volverá a tomar las armas contra otro ni a recibir instrucción para la guerra. Todos vivirán entonces sin temor, y cada cual podrá descansar a la sombra de su vid y de su higuera. ¡Son las propias palabras del Señor tdopoderoso!1
El profeta Isaías también afirma esta opción por la paz estableciendo el vínculo particular entre justicia y paz. La justicia es en sí el fundamento de la paz. Las bienaventuranzas también nos destacan la realidad de que el favor de Dios está con los que construyen la paz,
Dichosos los que procuran la paz, pues Dios los llamará hijos suyos.2
De igual manera la perspectiva de Abelardo Díaz Alfaro se encuentra con la del profeta negro Martín L. King. En King la defensa del camino de la paz es puntal ético al igual que lo es para Díaz Alfaro. En uno de sus sermones King afirmaba,
Debemos rezar constantemente por la paz, pero también debemos trabajar con todas nuestras fuerzas por el desarme y la suspensión de las pruebas de armas. Debemos utilizar nuestra inteligencia rigurosamente para planear la paz como la hemos utilizado para planear la guerra.3
La paz en Abelardo Díaz Alfaro es la vocación natural del ser humano. Toda acción contraria a ello resulta en la negación de la vida humana y el deterioro del sentido necesario de solidaridad. El sentido genuino de la vida está en una existencia donde la paz y el amor solidifiquen la comunidad humana.
En su proyecto vital Díaz Alfaro asume de salida una opción que rechaza la violencia como una experiencia que deforma el espíritu humano. Así es que afirma valientemente,
La violencia es locura, es odio y la pasión de la envidia, enajenamiento.4
La violencia no tiene espacio en su arquitectura vital. La fuerza de la paz debemos buscarla en el amor radical. El poder del amor nos capacita para orientar nuestra energía vital por los caminos de la no-violencia.
La obra de Díaz Alfaro está orientada hacia una denuncia consecuente a todo aquello que obstaculice y deteriore el camino de la paz. Su gesta es la incisiva crítica a los poderes que articulan la justificación de los instrumentos de destructividad. En uno de sus escritos inéditos más celebrados - Los hijos de la Venduta - dirige su crítica profética hacia la guerra, allí nos dice,
¿Qué es, sino la sed de poderío lo que conduce al hombre a hacerse victimario de su propio hermano? Si en rojo se tiñen los campos de batalla, es porque la sed de poderío en el hombre se ha entronizado en el altar de su conciencia. ¿Qué poderío terrenal puede destruir las vidas segadas en los campos de batalla?5
Resulta significativo su afirmación vinculando la sed de poder, la carrera por el poder con los proyectos de guerra. En la carta de Santiago se afirma:
Y los que procuran la paz, siembran en paz para recoger como fruto la justicia. ¿De dónde vienen las guerras y las peleas entre ustedes? Pues de los malos deseos que siempre están luchando en su interior. Ustedes quieren algo, y no lo obtienen; matan, sienten envidia de alguna cosa y como no la pueden conseguir, luchan y se hacen la guerra. No consiguen lo que quieren porque no se lo piden a Dios; y si se lo piden, no lo reciben porque lo piden mal, pues lo quieren para gastarlo en sus placeres.6
Este marco de guerra y poder tienen hoy gran pertinencia, particularmente para Puerto Rico, cuando el escenario de Vieques nos plantea la realidad donde la prepotencia continúa defendiendo la guerra como su instrumento de conquista.
Hay cierto uso de los caracteres bíblicos en su gesta antibélica. Hoy también, señala Díaz Alfaro, existen aquellas fuerzas que carecen de todo escrúpulo de respeto a la vida y a la integridad humana. Son los depredadores modernos y post-modernos que en sus proyectos vitales están empeñados en sus réditos financieros y bélicos.
Para Abelardo Díaz Alfaro estos nuevos traficantes de la guerra, el belicismo mercadean con la sacralidad de la vida en el demoníaco mercado de las armas y el armamentismo. En sus finas notas de "Memorias de una cotorrita" nos desafía diciendo,
Están vivos, dominando los Herodes...y son tan poderosos. Ahora mucho más, tienen armas que pueden destruir la humanidad en poco tiempo.7
Esos nuevos "Herodes" tienen armas que pueden destruir la humanidad en poco tiempo. Este señalamiento resulta ser el destaque de un armamentismo nuclear que diariamente destruye a la humanidad y amenaza cotidianamente la estabilidad global. Tal ha sido la aberración de los nuevos "Herodes" que padecen de un angustioso síndrome necrofílico.
Díaz Alfaro continua esta gesta sin titubear en su perspectiva. En "teyo Gracia", quien en su reflexión sobre el "Cristo de la Nueva Era", nos amplía esta visión al incluir a los nuevos "Césares". Estos nuevos "Césares"son muy amantes del belicismo. Dice teyo Gracia,
Son los nuevos Césares, los Pilatos, los de Pretorio. Les
obsede el poder. Los nuevos Césares no montan briosos
corceles, ni conducen lujosas cuadrigas. Montan pegasos
mecánicos, minotauros de acero, se elevan sobre las nubes.
Desde las nubes lanzan bombas extrañas. Bombas...8
Hoy se le llama a este proyecto de las "bombas" con eufemismos tales como ensayos "bélicos", "neutralizar", "pacificar" en aras de la democracia y los Derechos Humanos. Vieques es nuevamente un "teatro" de guerra simulado donde los nuevos Césares y Pilatos ensayan sus instrumentos de destrucción.
Dentro de sus reflexiones Díaz Alfaro incorpora su crítica a lo que para él representa una contradicción ética y teológica. Si el reino de Dios es justicia y paz, el cristianismo y su manifestación histórica - la cristiandad - sólo pueden optar por un compromiso radical con la construcción de lo que se llama "Una Cultura de Paz".
Para Abelardo Díaz Alfaro la guerra de Vietnam representó una realidad histórica donde el testimonio cristiano quedó en entredicho. Es precisamente "Teyo Gracia" quien reflexionando en los "días de Cuaresma" nos dice sobre al semana mayor,
Semana Santa, con guerra en Vietnam, con luchas por
prejuicios raciales. Semana Santa y tanta miseria en el
mundo! Después quieren conformar a Cristo con una
procesión con unos rezos, con unas falsas promesas!9
La cristiandad lamentablemente ha sido el gran teatro de la guerra y la gran promotora del armamentismo. Nuestra historia ha carecido de un proyecto auténticamente evangélico que de manera intencional trabaje por la paz. La desgracia moral está en los dualismos farisaicos donde una santidad subjetivista y una espiritualidad acomodaticia han ignorado los compromisos con la paz.
El mismo "Teyo" en sus meditaciones de "cuaresma" no se detiene en su consecuente denuncia de una contradicción entre el discurso cristiano de la cuaresma y el proyecto social para la guerra. Nuestras más preciadas energías vitales y las más sofisticadas agendas educativas - directa o indirectamente - las orientamos hacia un proyecto de guerra. Es así como con la mayor naturalidad no encuentra contradicción ninguna en proclamar a un Cristo crucificado por su opción por el amor y la defensa de todo un proyecto de odio.
Así "amar al prójimo" no nos impide matar al enemigo. Así "perdonar a los enemigos" no nos impide conquistarlos y dominarlos por las armas. Ante tales contradicciones Teyo Gracia piensa que,
¿Qué hacen los hombres en estos días que preceden a la Pasión
y Muerte del Cristo? Pensar en el lucro, en la guerra fratricida,
en llegar a la luna, a las estrellas...hasta hay "mercaderes de la
muerte". Los presupuestos de la humanidad no se originan para
la paz, sino para la guerra.10
Los "mercaderes de la muerte" pretenden justificar una economía basada en la producción de armas y en la justificación absoluta de la guerra y el belicismo. Sus réditos están en la destructividad y la desolación. Para ellos las armas son un lucrativo "negocio" y la milicia una manera de utilizar la fuerza para el lucro y el dominio.
En Díaz Alfaro la guerra y belicismo no sólo son una amenaza contra la humanidad sino para toda la creación. Los proyectos de guerra atentan contra la naturaleza toda y constituyen una perpetua contaminación del espacio viviente -natural.
En "los hijos de la Venduta" Abelardo Díaz Alfaro denuncia la guerra como fuerza depredadora de la creación. Para los mercaderes de la muerte el planeta y su integridad sucumben ante la carrera belicista y armamentista. Todo el planeta queda subordinado al absurdo de la destrucción bélica. En su forma radical aconteció en Vietnam y acontece en Vieques y otras partes del planeta. Desde este ángulo nos alerta Díaz Alfaro al señalar,
Dios le dio el cielo para que surcaran las aves canoras portando en
sus alas mensajes de paz, y él lo ensombreció con mancha de pájaros
siniestros que llevan en sus alas anuncios de muerte.11
En esa misma perspectiva Martín L. King señalaba,
Así pues, América, la bomba atómica que hoy te asusta no es
solamente esa arma mortífera que puede ser arrojada desde un
avión sobre millares de personas, sino la bomba atómica escondida
en el corazón de los hombres, capaz de explotar en forma del odio
más horrible y del egoísmo más devastador. Por eso quiero insistir
en que sitúes tus avances morales al nivel de los científicos.12
Lejos de propiciar una relación armónica y solidaria con el planeta, las políticas de guerra constituyen las tácticas más destructivas contra el planeta tierra.
En sus notas profundas plasmadas en sus meditaciones de "Retablo del solar", Díaz Alfaro nos ofrece una visión nuevamente crítica. Una de esas meditaciones del alma, "La otra historia", nos recuerda el gran potencial destructivo que acumulan los mercaderes de la muerte. Su afán de dominio excede todo límite de respeto a la vida y a la creación.
En "La otra historia" Díaz Alfaro nos remite a los acontecimientos tristes de la Segunda Guerra Mundial. Los días infames del 6 y el 9 de agosto de 1945 nos recuerdan el momento en que la historia se desvirtuó en desasosiego y desolación. En esta historia que es "otro" nos advierte Díaz Alfaro como también advierte a Cristo,
No vuelvas Señor, que te inmolarán...te lanzarán una bomba como
la de Nagazaki e Hiroshima...ya nadie quiere a los Cristos de Paz.13
Parece que Díaz Alfaro insinúa que la cristiandad ha construido Cristos de "guerra", Cristos que justifican la fuerza bruta al servicio de la opresión y la represión de toda vocación por la justicia y la paz. Cristos diseñados para bendecir las armas, el militarismo y finalmente su concreción en los escenarios de guerra.
Por eso Díaz Alfaro no titubea en denunciar las políticas de guerras como instrumentos de la clase dominante. Su resultado es la utilización del sector floreciente de la sociedad: los jóvenes para ubicarlos en sus juegos de guerra. Por eso la guerra constituye la negación misma del progreso humano aunque todavía hay quien se empeña en decir lo contrario.
Refiriéndose a la guerra y a la juventud dice Díaz Alfaro,
Los Judas, los Nerones, los Herodes, que aún dominan el mundo creen
en la violencia, en las guerras, en que se mata la flor de la juventud.14
En su libro Terrazo desafía la guerra y el belicismo con una reflexión teológica práctica y sensata. Allí nos declara,
"Mistel, ¿por qué esas gentes se empeñan en resolver sus pendencias
por la fuerza matándose? ¿No somos acaso todos hijos de un mesmo
Dios?"15
Abelardo Díaz Alfaro es sin lugar a duda un escritor que empeñó todo su esfuerzo en denunciar todo aquello que rezagaba el camino hacia la paz. Su verbo y su letra no descansarán en su compromiso de defender una opción por la paz como la lógica, sabia e indicada. Construir un mundo fundado en la justicia y la paz era el sueño de Abelardo Díaz Alfaro.
Teología
Dr. Luis G. Collazo
Universidad Interamericana de Puerto Rico
Recinto de Arecibo
Departamento de Estudios Humanísticos
©2001 - 2004
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prueba
ResponderEliminarDesde la niñez debemos aprender en el hogar, la iglesia, en el currículo escolar, los valores positivos que manejan al individuo a crecer en amor y justicia para los demás. Los gobiernos tambien son responsables de la justicia social y la paz de los ciudadanos.
ResponderEliminarLas constituciones que respetan los derechos humanos son productos de cultura de paz, porque procuran alcanzar las necesidades básicas de los individuos en la sociedad, salud, trabajo, educación...
La solidaridad con las culturas y con la pluralidad de religiones, serian la base para evitar los conflictos bélicos. La violencia genera más violencia, la diplomacia y el diálogo es más efectivo.