lunes, 24 de enero de 2011

Las Humanidades

Educación y Humanidades

HOY

Por Dr. Luis G. Collazo
Recinto de Arecibo

La aspiración a lograr un mundo nuevo y mejor parece que ha sucumbido ante el apabullante desdén por lo utópico y/o visionario. Parece que vivimos en un momento histórico donde lo efímero y momentáneo sustituye el sentido de lo trascendente y de lo profundo. Y todo esto sucede en un mundo donde se ha logrado alcanzar altos niveles de proficiencia en las ciencias y las tecnologías. En un mundo donde el ser humano ocupa buena parte del protagonismo histórico.

Si aún aspiramos, dentro de nuestro contexto académico, a contribuir a transformar la realidad actual, se hace imperativo la afirmación de un modelo educativo balanceado e integrador. En este sentido es fundamental para un proyecto educativo reconocer que la formación humanística es tan vital como la enseñanza de ciencias y tecnologías. El progreso de un país no sólo descansa en los avances científico tecnológicos, sino también en el enriquecimiento de la formación humanística de sus ciudadanos. Los adelantos tecnológicos de por sí no han logrado asegurar una vida mejor para todos.

La agenda para el futuro necesita retomar con total pro-actividad el fomento de las humanidades como pilar para una nueva sociedad justa y pacífica. El paradigma de una convivencia solidaria exige una praxis universitaria que destaque el valor medular de los estudios humanísticos. Precisamente la carencia de estos nos conducen a un déficit monumental en los esfuerzos por consolidar una sociedad humanizante.

En su texto “Contra esto y aquello”, Miguel de Unamuno describe lo que bien puede ser una referencia a la realidad contemporánea:

“Conozco hombres nada escasos de instrucción técnica -que es la que da dinero- en el ramo a que profesionalmente se dedican, y aún en otros, y los conozco también que no carecen de una cierta ilustración general, principalmente literaria, y de las novedades en moda, que les permite hacer regular papel en sociedad, pero faltos unos y otros de sólida educación humana, de íntima religiosidad de la vida, de elevadoras preocupaciones.”

La crítica de Unamuno nos alerta a no subestimar la urgencia de promover el pleno y total fortalecimiento de los estudios humanísticos en la educación superior. Debemos asegurar un proceso educativo que dote a mujeres y hombres de una “sólida educación humana”. La carencia de un modelo como éste podría significar para un país la bancarrota de un desarrollo sustentable y humanizante que garantice una sólida calidad de vida.

Las graves condiciones de vida en que existimos y sufrimos hoy son los resultados de un proyecto que pecó al ignorar lo humanístico y sobreestimó lo científico-técnico. El verdadero progreso humano no puede sufrir un reduccionismo mezquino y fundamentalista. Hay progreso auténtico donde la condición humana alcanza su mayor dignidad.

En esta perspectiva, Unamuno, refiriéndose al patriota y educador argentino Ricardo Rojas, señalaba: “He aquí unas palabras de él, de Rojas, que hago mías,

“El cosmopolitismo en los hombres y las ideas, la disociación de viejos núcleos morales, la indiferencia para con los negocios públicos, el olvido creciente de las tradiciones, la corrupción popular del idioma, el desconocimiento de nuestro propio territorio, la falta de solidaridad nacional, el ansia de la riqueza sin escrúpulos, el culto de las jerarquías innobles, el desdén por las altas empresas, la falta de pasión en las luchas, la venalidad del sufragio, la superstición por los nombres exóticos, el individualismo demoledor, el desprecio por los ideales ajenos, la constante simulación y la ironía canalla –cuanto define la época actual- comprueban la necesidad de una reacción poderosa a favor de la conciencia nacional y de las disciplinas civiles.”

El perfil de la realidad argentina que Rojas describe y que Unamuno hace suyos, no necesariamente es extraño a nuestro perfil social y cultural actual. Su propuesta de reafirmar una educación “holística” que atienda la formación de la conciencia es muy pertinente al momento actual. La universidad de hoy tiene por delante el desafío de evitar se socave la plataforma de una educación universitaria que destaque las humanidades.

La formación de un ser humano pleno no puede alienarse de la formación de un profesional competente. La persona educada en las ciencias y la tecnología no puede carecer de una sólida y rica educación humanística. Su desempeño profesional no debe estar enajenado de su realización humana. Tal discontinuidad sería fatal para el futuro de la sociedad humana.

miércoles, 13 de mayo de 2009

comentario de prueba

prueba

domingo, 10 de mayo de 2009

Espiritaulidad en Abelardo Díaz Alfaro


Teología en Abelardo Díaz Alfaro

El camino de la espiritualidad

Otros de los temas en que Abelardo Díaz Alfaro incursiona lo constituye la espiritualidad como opción vital. La crisis de la modernidad nos ha planteado y retado radicalmente a examinar y profundizar en esta dimensión del espíritu.

Podemos partir de la manera en que Jurgen Moltmann aborda el tema. Reconozco que es un autor europeo lo cual lo ubica en un contexto muy particular pero que su visión de la espiritualidad me parece suficientemente inclusiva. Para él la espiritualidad tiene el siguiente sentido,


The spirituality of life inevitably conflicts with the Mysticism of death,
which made the Fascist generals in Spain cry "Viva la muerte!" The
stronger the will for life, the fiercer the resistance of the death-drives.
The more sensitive people are toward's life's happiness, the more they
sense the pain of life's denials. Life in God's Spirit is life against death.
It is not life against the body. It is life that brings the body's liberation
and transfiguration.60


La espiritualidad en él tiene un vínculo con la vida, con lo que el llama "vitalidad". Su opción es por la vida abundante y plena.

En su reflexión "El hombre tiene que renacer", Díaz Alfaro nos ofrece su visión de la espiritualidad. Su visión está orientada hacia la transformación plena del ser humano. Así nos dirá en esta reflexión,


Hace falta, hermano Juan Ortiz Jiménez, un Renacimiento en mi tierra,
cuando la humanidad envanece en el espíritu, encallece en la conciencia,
tiene que renacer.61

Su concepción de la espiritualidad es dinámico -transformativo. Se trata de un proceso de "metanoia", de reinventar la potencialidad del ser. La espiritualidad nos guía hacia una reconquista del ser en aras de nuevos, caminos existenciales. El espíritu encuentra una nueva vitalidad.

Junto a Díaz Alfaro y Moltmann, Leonardo Boff ha peregrinado por los caminos de la espiritualidad. Su compromiso radical con la promoción de la vida en el contexto de una "nueva" realidad lo ubican como un protagonista de la espiritualidad.

Leonardo Boff nos amplia esta visión incorporando elementos distintivos de su teología. La espiritualidad en Boff tiene un fuente acento en lo colectivo y la inter-relación. Su espiritualidad podemos decir es "holística" e inclusiva. En uno de sus escritos. Boff nos ofrece la siguiente visión,


Una nuevo paradigma demanda un nuevo lenguaje, Un nuevo
imaginario, una nueva política, una nueva pedagogía, una nueva
ética, un nuevo descubrimiento de lo sagrado y un nuevo proceso
de individuación (espiritualidad). Queremos Indicar algunos puntos
imprescindibles que concretizan esta Transformación. Ellos pueden
significar la curación de la Tierra y la recuperación de su dignidad
violada. Las personas de hoy están convidadas y urgidas a
recorrer estos caminos.62

El énfasis en Boff al igual que en Díaz Alfaro y Moltmann implica un reencuentro con una manera nueva y radical de ver e interpretar la realidad. El espíritu, la vitalidad, el renacer no queda excluidos sino que constituyen parte esencial de un concepto cabal y pleno de la realidad. Su espiritualidad no permite un reducionismo mezquino y pobre que reduce la realidad a procesos estrictamente lógico-racionales.

En Díaz Alfaro la espiritualidad se aborda, como siempre, desde un análisis crítico de la realidad. La decadencia cultural y patriótica son síntomas de un modelo social que mina las posibilidades del espíritu. El potencial creativo y dignificador de la vida queda agotado y depredado por la caricaturización del sentido de la existencia. La espiritualidad es entonces una opción de liberación.

Su planteamiento se enfoca hacia la crítica a una cultura que reduce al ser humano a una función esencialmente productiva-consumista. Ese ser humano carece de una pasión necesaria por lo que afina y embellece el espíritu y el carácter de la persona.

Díaz Alfaro nos propone una opción de concienciación y "meta-cognición" respecto a la espiritualidad. Hay que plantearse el tema de la cultura -el estado actual de la condición cultural. En voz de Teyo Gracia nos habla,


"Creo que los males de nuestra civilización, nuestra cultura, son males
del corazón. Son males del espíritu, de la conciencia".63


De salida Díaz Alfaro nos plantea el asunto de la conciencia y el espíritu, conciencia y espíritu son visto dentro de una misma realidad existencial. La cultura está carente de "conciencia y espíritu".

Esta visión responde a la lectura que hace Díaz Alfaro de la sociedad y la realidad. Sus propuestas utilitaristas y mercantilistas socavan las posibilidades de una espiritualidad plena y saludable donde se sustituye el "ser" por el "tener" (Erich Fromm) la persona queda reducida a una "cosa".

Frente a esta crisis de la espiritualidad el autor de terrazo nos plantea su crítica de lo que constituye una falsificación de la existencia. Hoy hemos adquirido una filosofía pragmática que crucifica todo en el altar del mercado. Los poderes del neoliberalismo alienen el espíritu en pro de una concepción puramente económica del ser humano. De aquí que nos urja humanizar la economía.

El materialismo absurdo y el pragmatismo han obrado contrario a los mejores intereses de la vida agotando así nuestras reservas para el amor, la compasión, la solidaridad y el espacio para la vida. Díaz Alfaro no titubea al señalar,


Cuando uno comienza a analizar los cuentos, a medirlos, es que ya
no es niño ni cree en hadas madrinas, ni en aparecidos, ni en
mujeres encantadas que se despeinan en el Charco Azul...Vamos
perdiendo esa mística, ese misterioso encanto que nos dan aliento
de vida en esta insensible existencia pragmática.64

Por esto nos urge construir y propiciar lo que la Biblia llamará ese "ser" nuevo. Díaz Alfaro nos recuerda aquel concepto rico en sentido y posibilidades. "La nueva criatura". Urge responder a la crisis con una nueva propuesta humana, con un nuevo perfil de lo que constituye lo humano.

En ese peregrinaje Abelardo Díaz Alfaro escribiendo sobre "al rescate de nuestros valores", afirmaba,


Hay que volver a las fronteras prístinas, a los veneros puros,
incontaminados. Hay que renacer. Que surja la nueva criatura. A
veces las ruinas florecen.65


Se necesita una gesta de "recuperar" los valores que nos restauran a una vida rica y abundante. La "nueva criatura" solidificada en la espiritualidad, en el aliento de vida. Este concepto nos permite la posibilidad de ver las múltiples opciones para la vida.

Desde otra óptica Díaz Alfaro nos propone explorar y radicalizar la realidad asfixiante que desgasta la espiritualidad. Para eso nos dice,


Hay que ir más hondo, profundo, hasta la raíz misma de los males que
no son del cuerpo, sino del alma. Hay que buscar primeramente el
reino de Dios, y las demás cosas, os vendrán por añadidura.66


Así que hay que radicalizar el proyecto -buscar el "reino de Dios "primero". Se trata de recuperar la espiritualidad reconociendo que hay que transformar de raíz la realidad. Se requiere descartar todo lo que constituya un golpe a la espiritualidad. El reino de Dios constituye ese paradigma donde encontramos el espacio vital para la espiritualidad y la vida abundante.

Su sueño se resume en esas notas del autor que tienen olor a perfume suave y agradable. El Dios de Abelardo se nos describe así:


"A Dios lo definen algunas filiaciones u órdenes de carácter
religioso, como el gran arquitecto del universo. Era un artista,
un creador de primera..."67


Ese creador de "primavera" es confundido en su fina espiritualidad como un Dios que se "confunde" entre las flores...que se hace "naturaleza y flor". Así es dios como generador de espiritualidad verdadera:


La niña que cuida el jardín se llama también Rosa. Gente que
ama las flores es gente que ama a Dios. Bienaventurados los que
aman las flores, porque ellos serán la Suprema Belleza. ¡Casita
sencilla y rústica por fuera, como tu dueño por dentro, eres un palacio!68


En su inealenable derecho de amor a la patria está su espiritualidad confundida con todo su entorno de naturaleza, paz, justicia y amor. Abelardo Díaz Alfaro vivió soñando con la vida, así nos dejó esta joya del espíritu,


Teyo cree que la pequeñez geográfica no es límite a la hazaña ingente,
a la gesta gloriosa. Peyo Mercé, el viejo maestro de La Cuchilla,
le mostró un día una isla perdida en el Mar Mediterráneo que le legó
el tesoro cultural más preciado que recuerdan los siglos. Un pueblo así
como el suyo -dormido al amor de unos alcores en la remota y preterida
Judea, donde nació el Redentor del Mundo. Más que presencia tangible,
la Patria es dimensión profunda de espíritu. Comunión de tierra, hombre, mar y cielo, en una mística forma. Es voluntad común, compartido afán,
concertada responsabilidad.69

No debo profanar esta belleza de santidad con mis notas. Es un Legado para la Espiritualidad.


Teología

Dr. Luis G. Collazo
Universidad Interamericana de Puerto Rico
Recinto de Arecibo
Departamento de Estudios Humanísticos
©2001 - 2004






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Abelardo

PROYECTO TEOLOGIA EN ABELARDO DIAZ ALFARO

Dr. Luis G. Collazo
Investigador

Mayo 2001

Teología en Abelardo Díaz Alfaro


El Camino de la Paz

Uno de los temas clásicos en la obra de Abelardo Díaz Alfaro es la firme defensa de lo que hoy llamamos una cultura de paz. En esta perspectiva su obra responde acertadamente a la teología bíblica sobre la paz que la encontramos en diferentes textos bíblicos. El profeta Miqueas afirma esta opción por la paz cuando declara:

El Señor juzgará entre las naciones y decidirá los pleitos de pueblos numerosos, aun de los más lejanos. Ellos convertirán sus espadas en arados y sus lanzas en hoces. Ningún pueblo volverá a tomar las armas contra otro ni a recibir instrucción para la guerra. Todos vivirán entonces sin temor, y cada cual podrá descansar a la sombra de su vid y de su higuera. ¡Son las propias palabras del Señor tdopoderoso!1


El profeta Isaías también afirma esta opción por la paz estableciendo el vínculo particular entre justicia y paz. La justicia es en sí el fundamento de la paz. Las bienaventuranzas también nos destacan la realidad de que el favor de Dios está con los que construyen la paz,

Dichosos los que procuran la paz, pues Dios los llamará hijos suyos.2


De igual manera la perspectiva de Abelardo Díaz Alfaro se encuentra con la del profeta negro Martín L. King. En King la defensa del camino de la paz es puntal ético al igual que lo es para Díaz Alfaro. En uno de sus sermones King afirmaba,

Debemos rezar constantemente por la paz, pero también debemos trabajar con todas nuestras fuerzas por el desarme y la suspensión de las pruebas de armas. Debemos utilizar nuestra inteligencia rigurosamente para planear la paz como la hemos utilizado para planear la guerra.3

La paz en Abelardo Díaz Alfaro es la vocación natural del ser humano. Toda acción contraria a ello resulta en la negación de la vida humana y el deterioro del sentido necesario de solidaridad. El sentido genuino de la vida está en una existencia donde la paz y el amor solidifiquen la comunidad humana.

En su proyecto vital Díaz Alfaro asume de salida una opción que rechaza la violencia como una experiencia que deforma el espíritu humano. Así es que afirma valientemente,

La violencia es locura, es odio y la pasión de la envidia, enajenamiento.4

La violencia no tiene espacio en su arquitectura vital. La fuerza de la paz debemos buscarla en el amor radical. El poder del amor nos capacita para orientar nuestra energía vital por los caminos de la no-violencia.

La obra de Díaz Alfaro está orientada hacia una denuncia consecuente a todo aquello que obstaculice y deteriore el camino de la paz. Su gesta es la incisiva crítica a los poderes que articulan la justificación de los instrumentos de destructividad. En uno de sus escritos inéditos más celebrados - Los hijos de la Venduta - dirige su crítica profética hacia la guerra, allí nos dice,

¿Qué es, sino la sed de poderío lo que conduce al hombre a hacerse victimario de su propio hermano? Si en rojo se tiñen los campos de batalla, es porque la sed de poderío en el hombre se ha entronizado en el altar de su conciencia. ¿Qué poderío terrenal puede destruir las vidas segadas en los campos de batalla?5

Resulta significativo su afirmación vinculando la sed de poder, la carrera por el poder con los proyectos de guerra. En la carta de Santiago se afirma:

Y los que procuran la paz, siembran en paz para recoger como fruto la justicia. ¿De dónde vienen las guerras y las peleas entre ustedes? Pues de los malos deseos que siempre están luchando en su interior. Ustedes quieren algo, y no lo obtienen; matan, sienten envidia de alguna cosa y como no la pueden conseguir, luchan y se hacen la guerra. No consiguen lo que quieren porque no se lo piden a Dios; y si se lo piden, no lo reciben porque lo piden mal, pues lo quieren para gastarlo en sus placeres.6

Este marco de guerra y poder tienen hoy gran pertinencia, particularmente para Puerto Rico, cuando el escenario de Vieques nos plantea la realidad donde la prepotencia continúa defendiendo la guerra como su instrumento de conquista.

Hay cierto uso de los caracteres bíblicos en su gesta antibélica. Hoy también, señala Díaz Alfaro, existen aquellas fuerzas que carecen de todo escrúpulo de respeto a la vida y a la integridad humana. Son los depredadores modernos y post-modernos que en sus proyectos vitales están empeñados en sus réditos financieros y bélicos.

Para Abelardo Díaz Alfaro estos nuevos traficantes de la guerra, el belicismo mercadean con la sacralidad de la vida en el demoníaco mercado de las armas y el armamentismo. En sus finas notas de "Memorias de una cotorrita" nos desafía diciendo,

Están vivos, dominando los Herodes...y son tan poderosos. Ahora mucho más, tienen armas que pueden destruir la humanidad en poco tiempo.7

Esos nuevos "Herodes" tienen armas que pueden destruir la humanidad en poco tiempo. Este señalamiento resulta ser el destaque de un armamentismo nuclear que diariamente destruye a la humanidad y amenaza cotidianamente la estabilidad global. Tal ha sido la aberración de los nuevos "Herodes" que padecen de un angustioso síndrome necrofílico.

Díaz Alfaro continua esta gesta sin titubear en su perspectiva. En "teyo Gracia", quien en su reflexión sobre el "Cristo de la Nueva Era", nos amplía esta visión al incluir a los nuevos "Césares". Estos nuevos "Césares"son muy amantes del belicismo. Dice teyo Gracia,

Son los nuevos Césares, los Pilatos, los de Pretorio. Les
obsede el poder. Los nuevos Césares no montan briosos
corceles, ni conducen lujosas cuadrigas. Montan pegasos
mecánicos, minotauros de acero, se elevan sobre las nubes.
Desde las nubes lanzan bombas extrañas. Bombas...8

Hoy se le llama a este proyecto de las "bombas" con eufemismos tales como ensayos "bélicos", "neutralizar", "pacificar" en aras de la democracia y los Derechos Humanos. Vieques es nuevamente un "teatro" de guerra simulado donde los nuevos Césares y Pilatos ensayan sus instrumentos de destrucción.

Dentro de sus reflexiones Díaz Alfaro incorpora su crítica a lo que para él representa una contradicción ética y teológica. Si el reino de Dios es justicia y paz, el cristianismo y su manifestación histórica - la cristiandad - sólo pueden optar por un compromiso radical con la construcción de lo que se llama "Una Cultura de Paz".

Para Abelardo Díaz Alfaro la guerra de Vietnam representó una realidad histórica donde el testimonio cristiano quedó en entredicho. Es precisamente "Teyo Gracia" quien reflexionando en los "días de Cuaresma" nos dice sobre al semana mayor,

Semana Santa, con guerra en Vietnam, con luchas por
prejuicios raciales. Semana Santa y tanta miseria en el
mundo! Después quieren conformar a Cristo con una
procesión con unos rezos, con unas falsas promesas!9

La cristiandad lamentablemente ha sido el gran teatro de la guerra y la gran promotora del armamentismo. Nuestra historia ha carecido de un proyecto auténticamente evangélico que de manera intencional trabaje por la paz. La desgracia moral está en los dualismos farisaicos donde una santidad subjetivista y una espiritualidad acomodaticia han ignorado los compromisos con la paz.

El mismo "Teyo" en sus meditaciones de "cuaresma" no se detiene en su consecuente denuncia de una contradicción entre el discurso cristiano de la cuaresma y el proyecto social para la guerra. Nuestras más preciadas energías vitales y las más sofisticadas agendas educativas - directa o indirectamente - las orientamos hacia un proyecto de guerra. Es así como con la mayor naturalidad no encuentra contradicción ninguna en proclamar a un Cristo crucificado por su opción por el amor y la defensa de todo un proyecto de odio.

Así "amar al prójimo" no nos impide matar al enemigo. Así "perdonar a los enemigos" no nos impide conquistarlos y dominarlos por las armas. Ante tales contradicciones Teyo Gracia piensa que,

¿Qué hacen los hombres en estos días que preceden a la Pasión
y Muerte del Cristo? Pensar en el lucro, en la guerra fratricida,
en llegar a la luna, a las estrellas...hasta hay "mercaderes de la
muerte". Los presupuestos de la humanidad no se originan para
la paz, sino para la guerra.10

Los "mercaderes de la muerte" pretenden justificar una economía basada en la producción de armas y en la justificación absoluta de la guerra y el belicismo. Sus réditos están en la destructividad y la desolación. Para ellos las armas son un lucrativo "negocio" y la milicia una manera de utilizar la fuerza para el lucro y el dominio.

En Díaz Alfaro la guerra y belicismo no sólo son una amenaza contra la humanidad sino para toda la creación. Los proyectos de guerra atentan contra la naturaleza toda y constituyen una perpetua contaminación del espacio viviente -natural.

En "los hijos de la Venduta" Abelardo Díaz Alfaro denuncia la guerra como fuerza depredadora de la creación. Para los mercaderes de la muerte el planeta y su integridad sucumben ante la carrera belicista y armamentista. Todo el planeta queda subordinado al absurdo de la destrucción bélica. En su forma radical aconteció en Vietnam y acontece en Vieques y otras partes del planeta. Desde este ángulo nos alerta Díaz Alfaro al señalar,

Dios le dio el cielo para que surcaran las aves canoras portando en
sus alas mensajes de paz, y él lo ensombreció con mancha de pájaros
siniestros que llevan en sus alas anuncios de muerte.11

En esa misma perspectiva Martín L. King señalaba,

Así pues, América, la bomba atómica que hoy te asusta no es
solamente esa arma mortífera que puede ser arrojada desde un
avión sobre millares de personas, sino la bomba atómica escondida
en el corazón de los hombres, capaz de explotar en forma del odio
más horrible y del egoísmo más devastador. Por eso quiero insistir
en que sitúes tus avances morales al nivel de los científicos.12

Lejos de propiciar una relación armónica y solidaria con el planeta, las políticas de guerra constituyen las tácticas más destructivas contra el planeta tierra.

En sus notas profundas plasmadas en sus meditaciones de "Retablo del solar", Díaz Alfaro nos ofrece una visión nuevamente crítica. Una de esas meditaciones del alma, "La otra historia", nos recuerda el gran potencial destructivo que acumulan los mercaderes de la muerte. Su afán de dominio excede todo límite de respeto a la vida y a la creación.

En "La otra historia" Díaz Alfaro nos remite a los acontecimientos tristes de la Segunda Guerra Mundial. Los días infames del 6 y el 9 de agosto de 1945 nos recuerdan el momento en que la historia se desvirtuó en desasosiego y desolación. En esta historia que es "otro" nos advierte Díaz Alfaro como también advierte a Cristo,

No vuelvas Señor, que te inmolarán...te lanzarán una bomba como
la de Nagazaki e Hiroshima...ya nadie quiere a los Cristos de Paz.13


Parece que Díaz Alfaro insinúa que la cristiandad ha construido Cristos de "guerra", Cristos que justifican la fuerza bruta al servicio de la opresión y la represión de toda vocación por la justicia y la paz. Cristos diseñados para bendecir las armas, el militarismo y finalmente su concreción en los escenarios de guerra.

Por eso Díaz Alfaro no titubea en denunciar las políticas de guerras como instrumentos de la clase dominante. Su resultado es la utilización del sector floreciente de la sociedad: los jóvenes para ubicarlos en sus juegos de guerra. Por eso la guerra constituye la negación misma del progreso humano aunque todavía hay quien se empeña en decir lo contrario.

Refiriéndose a la guerra y a la juventud dice Díaz Alfaro,

Los Judas, los Nerones, los Herodes, que aún dominan el mundo creen
en la violencia, en las guerras, en que se mata la flor de la juventud.14

En su libro Terrazo desafía la guerra y el belicismo con una reflexión teológica práctica y sensata. Allí nos declara,

"Mistel, ¿por qué esas gentes se empeñan en resolver sus pendencias
por la fuerza matándose? ¿No somos acaso todos hijos de un mesmo
Dios?"15

Abelardo Díaz Alfaro es sin lugar a duda un escritor que empeñó todo su esfuerzo en denunciar todo aquello que rezagaba el camino hacia la paz. Su verbo y su letra no descansarán en su compromiso de defender una opción por la paz como la lógica, sabia e indicada. Construir un mundo fundado en la justicia y la paz era el sueño de Abelardo Díaz Alfaro.

Teología

Dr. Luis G. Collazo
Universidad Interamericana de Puerto Rico
Recinto de Arecibo
Departamento de Estudios Humanísticos
©2001 - 2004